EL MOLINO. VILVIESTRE DEL PINAR. BURGOS.

Había ya ganas de salir, pero ganas de las de verdad tras estos meses de confinamiento y surrealismo, el cuerpo me pedía marcha, naturaleza, respirar aire puro y salir del bucle en el que me hallaba (nos hemos hallado todos) hacia ya unos meses.

Que mejor y dado que hasta hace una semana aún no podíamos salir de la provincia, que aprovechar esta circunstancia y descubrir un oasis lleno de paz y tranquilidad, con unos paisajes espectaculares y perderme por la Sierra de La Demanda, una espectacular cadena montañosa que marca la orografía del sureste de la provincia de Burgos, donde disfrutar de pequeños tesoros de la naturaleza.
Y lo más importante, un “paraíso foodie” insospechado en el que disfrutar de la cocina de proximidad y de temporada para quitarse el sombrero.
No hay excusa que valga, hay un montón de destinos interesantes, accesibles e incluso a veces desconocidos en la provincia de Burgos... Quintanar de la Sierra, Vilviestre del Pinar... y todo ello a tan sólo una hora de Burgos.
Una escapada que merece muy mucho la pena si lo que quieres es hacer un paréntesis gastronómico, natural, arquitectónico y cultural... en tu vida de ajetreado urbanita.



Debo reconocerte (al menos para mí) que toda esta zona es terapéutica, basta con pasear por sus lindos pueblos y paisajes para sucumbir a su magia. La Demanda, tierra de extensos y poblados pinares, de dinosaurios y de arraigadas tradiciones rurales siempre ha destacado por el brillo de uno de sus rincones más populares que no deberías perderte: las maravillosas Lagunas de Neila, un conjunto de lagunas de origen glaciar que rozan los 2000 m de altura y nos ofrecen uno de los paisajes montañosos más espectaculares de Burgos.



Incluso si tienes ganas de más ruta... desde Canicosa de la Sierra a poco más de 1 km se llega a un indicador AL PINO- ROBLE, desde este punto hay que ir caminando a lo largo de unos 340 m y junto a otros ejemplares centenarios de roble, nos encontramos esta árbol único en el mundo en el que conviven un viejo Roble de unos 250 años con un pino de unos 130 años que ha crecido en su interior perfectamente integrados en el paisaje Rebollar. 


Este curioso árbol singular y longevo con un importante patrimonio natural y cultural que se debe de apreciar y proteger, fue el representante español a “Árbol europeo del año 2016”.

Así que ponte en pie y mentalízate porque no te puedes ir de esta zona sin hacer al menos una pequeña ruta, no te llevará más de una mañana y te llevarás un recuerdo entrañable de tu escapada ya que por fin vas a poder perderte en paisajes verdes, solitarios, mágicos y de paso quemar todo lo que vas a comer!

Pero ahora vamos a lo que nos interesa: la mejor motivación de un disfrutón  para hacer una buena caminata, es el festín que le espera al final del camino...

Rodeada de una de las masas boscosas más grandes de toda España, se encuentra la localidad de Vilviestre del Pinar en la provincia de Burgos, rodeado de pinares, zona de alta montaña, en pleno corazón de la Sierra de La Demanda. A tan solo unos pocos km de Vilviestre se encuentra el Restaurante El Molino, donde no solo vas a poder chuparte los dedos comiendo y disfrutando de sus platos. 



Sino también relajarte y gozar de un entorno que acompaña a los sentidos a emprender un viaje hacia el disfrute de la naturaleza en todos sus estados.



Aquí se cuece una pequeña revolución gastronómica de la mano de Jimena y Andrea García, hijas de los fundadores y jefas de cocina de este restaurante familiar, fundado hace más de 40 años sobre donde se rehabilitó un edificio de más de un siglo de historia que antiguamente había un molino de agua. 



Todo aquello se convirtió en lo que hoy es un lugar de referencia de la gastronomía serrana y que hoy en día, gracias al trabajo de estas dos jóvenes hermanas enamoradas de la Sierra que han decidido continuar con el negocio familiar y lanzarse a hacer lo que las gusta... una cocina con raíces y de aires naturales, pero innovadora y creativa, que parte siempre del total respeto por el producto local y de temporada, reflejando el color de la naturaleza en sus platos.



El lugar es una maravilla, acogedor por dentro con ese ambiente castellano, clásico con vigas de madera y chimenea en uno de sus comedores, así como en las mesas que tiene fuera donde luz del sol se cuela entre la multitud de árboles llenándolo todo, mientras una brisa suave te acaricia la cara: sabe a verano, a naturaleza.





Asi, que ante la elegante y sobria naturaleza que nos acoge, decidimos disfrutar al aire libre de la comida en la terraza de El Molino.



Entre su suculenta y apetecible carta basada en la cocina local tradicional, puedes encontrar para ir abriendo apetito: entrantes de marisco de Castilla (chorizo, morcilla y torreznos), mollejas de ternera, espárragos de Navarra rellenos de jamón ibérico y queso manchego, varias ensaladas para los más veggys... y por supuesto los platos de los montes de la Sierra: revuelto y croquetas de boletus, huevo escalfado con trufa y el apasionante plato elaborado con setas de los bosques serranos a base de amanita cesárea con foie y su huevo frito, toda una delicia, que derrite paladares!



Las ensaladas también están presentes entre su selección como la deshuesada de perdiz y codorniz escabechada, la de ventresca de bonito sobre timbal de pimientos asados o la de jamón de pato con virutas de foie y escabeche de frutos secos, todo un deleite de originalidad.

Vino de Ribera del Duero en mano, esta vez un crianza de la bodega de Emilio Moro para el deleite del alma y el paladar.



Aquí nada perturba mis sentídos excepto, quizá, el aroma del espectacular chuletón debajo de mi nariz, mientras en mi estómago bailan mariposas y siento como me sube la bilirubina y hasta las defensas, con tal vil proteína, je, je, je...



Que decirte del chuleton que me pimple compartido, ainsss almas carnívoras del mundo... fué hincarle el diente y arrancar, casi como si la carne se derritiera sola, jugosona, sabrosa y para acompañar sus patatas “a lo pobre” y pimientos de padrón, delirante!
Vuelvo a salivar recordándolo!



Y es que la artillería pesada en El Molino de Vilviestre del Pinar viene de la mano de su “especialidad” como es la brasa tanto para pescado, como para las carnes rojas,  siendo la merluza y el chuleton sus buques insignia. Aunque también tienes otros platos como la brocheta de carabineros y medallones de rape o el rabo de toro con salsa de vino tinto y los ravioles de pintada.

Ojo, a otra de sus clásicos... un plato de lo más tradicional como es el ajo carretero. Un peculiar guiso de carne de oveja Machorra elaborado a fuego lento cuya cocción puede llevar aproximadamente 4 o 5 horas de duración.
El resultado es una carne suave y melosa acompañada de pimiento, ajo y pimentón, no me digas que no tiene pintón!
Por cierto, te informo que este plato debes encargarlo cuando vayas a reservar, no lo olvides!
Yo, ya tengo pendiente probarlo en mi próxima visita...

Si te pides la mousse de maracuyá que es todo un escándalo para rematar la comida, sales rodando.... ¡pero te aseguro que no la olvidarás!



El Molino es una gozada de lugar, con una cocina que da rienda suelta a platos con una creatividad culinaria muy interesante con productos de la zona y donde pude apreciar que el cariño, es el ingrediente secreto de todo lo bueno que hay en esta vida y hoy se lo añaden las jefas de la cocina, como la sal y la pimienta a todos sus platos.



Surcando las carreteras de la provincia de Burgos, (para mi a veces tan desconocidas) y en apenas una hora, tus ojos se van inundando de naturaleza, de un verde intenso que lo llena todo, entonces algo en tu mente have “clic” y se relaja.
De fondo suena una canción: “ain’t no mountain high enough, ain’t no valley low enough, ain’t no river wide enough...”. Empiezas a cantar a grito pelado. Acabas de llegar y ya eres un poquito más libre!


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