LA CENA DE LOS SENTIDOS. LA FÁBRICA. BURGOS.

Cuando me enteré de la posibilidad de acudir a la primera Cena de los Sentidos que se celebraba en Burgos y más si lo organizaba Ricardo Temiño en su restaurante La Fábrica, no dude en ningún momento en acudir, aún a pesar de pequeñas ciertas reticencias que me hacían dudar tales como si merecería la pena, si estaría a la altura de lo que ofrecían, ya que sólo sabía que se trataba de una cena en la que no se podría ver en toda la velada, sino sentir, vivir, disfrutar la experiencia y potenciar el resto de sentidos.



Aunque como siempre mi espíritu, mis ganas por conocer, descubrir momentos únicos o diferentes pudieron más y al saber que este evento se desarrollaría en uno de mis restaurantes favoritos de Burgos, fue el plus o la razón para confiar plenamente, acudir llena de ganas, incertidumbre y emoción este pasado jueves a la cita en La Fábrica y el equipo de La cena de los sentidos.

Desde luego este post es completamente atípico en comparación con los suelo compartir contigo por aquí, ya que no vas a ver ninguna foto ni vídeo de la cena y lo que allí sucedió, ya que lo que siente y vive cada persona es único y diferente.

Imagínate con los ojos cerrados con un antifaz durante toda la velada comiendo, disfrutando, vibrando y dando rienda suelta a tu imaginación durante las más de dos horas que duró la cena. Te imaginas comer a ciegas? Te has preguntado alguna vez como la vista nos engaña? Cuanto o como de desarrollados tenemos el resto de los sentidos?



Sin duda, mi experiencia ha sido increíblemente emocionante, súper emotiva, llena de sentimientos y emociones nada igual a lo vivido anteriormente, que desde luego han convertido esta Cena de los Sentidos en un momento para mi único, seguro siempre recordada e irrepetible.

Un viaje extrasensorial especial, donde me dejé llevar por todas aquellas sensaciones que iban fluyendo y por todo aquello que olía, escuchaba, tocaba, saboreaba y me hacían sentir en la piel, que sumergían mi yo más terrenal con mi yo más profundo para sacar a relucir, afinando cada uno de mis sentidos a excepción de la vista.

A pesar de la oscuridad (por el antifaz) y de no poder decir ni palabra (que fue lo que más me costó, eso de no poder ir comentando la jugada...) en ningún instante sentí soledad ni tristeza, todo lo contrario, sentía paz, una alegría inmensa a través de mi rostro que notaba sonriente y ante mi mente por la que pasaban fugaces, cientos de imágenes felices de mi vida gracias a la maravillosa música envolvente que escuchaba que me hacía revivir, de cada fragmento con que nos deleitaban interpretando y leyendo textos que van contando una historia...
Cada tono de voz, cada sorbo y cada pequeño bocado de diferentes texturas, olores, e increíbles sabores, (cierto es que tanto la comida como la bebida en este caso, quedan en un segundo plano ante tal experiencia emocional), que me sorprendían, además de sutiles y sensuales susurros en el oído.

Exultante y plena tras la poderosa sensación de haber vivido una experiencia tan intensa, como única, tan mágica como extraordinaria. Pura pasión.



Lo cierto es que no sé si me pilló en un momento de especial sensibilidad, o que quizá es que me entusiasmo a la mínima sintiéndome vulnerable y dejándome abrazar por el instante, pero la verdad es que sé que volé a través de una ventana abierta, viaje a la infancia a mi adolescencia, reí ante lo inesperado, bailé al son de una bella melodía con mi amado en sus brazos, vibre, viví, me sorprendí y por supuesto lloré, pero lloré de emoción, de alegría, de saber que estaba disfrutando de la experiencia con mi imaginación y mis sentidos, todos y cada uno de ellos, los ojos húmedos bajo ese antifaz, pero feliz

Vuelvo a cerrar los ojos y me vuelvo a sorprender por esta gran aventura emocional, sintiendo como un fuerte dejavú de los sentidos: canciones de otros momentos de mi vida quizá algo olvidadas en mi memoria, aromas flotando en el ambiente, sensaciones que me erizaron la piel que provocaron el tacto de unas delicadas manos, fantasía.



Una cena en la que te quedarás sin palabras, así que no te queda otra que vivirlo a ti mismo porque no te vas a arrepentir.
Si oyes algún rumor y tienes la ocasión de acudir a esta cena, no lo dudes ni un momento y siente... o es que no estás vivo?

Pd: Muchas gracias a Ricardo Temiño (y a todo su equipo) por acercarnos a Burgos la posibilidad de disfrutar con experiencias tan sublimes y enriquecedoras!
Y a Javier Serrano (y equipo, por supuesto) artífice y alma de este singular desfile de sentimientos y sensaciones mágicas como es La cena de los Sentidos, por hacernos creer y sentir que estamos vivos!


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