LANDA.BURGOS

Imagínate que te pierdes en un cuento de principes, princesas, castillos y -obvio- memorables banquetes regados de buen vino en unas estancias increíblemente idéales.
Imagínate que recorres un maravilloso entorno con un antiguo templete, un torreón... todo ello rodeado de verdes árboles. Parpadea, deja de soñar... porque este lugar idílico es real y está más cerca de lo que imaginas.
Hoy quiero contarte mi última visita (hacía ya casi un par de años que no me dejaba caer por aquí) al Hotel Landa, un sitio ideal y habitual parada de foráneos que reponen fuerzas en muchos de los viajes que se hacen por el norte de España y que se encuentra a una distancia perfecta de la capital, Madrid.



Y es que además, si hay un lugar que goza de un gran prestigio en la ciudad de Burgos es sin duda el hotel de cinco estrellas- restaurante LANDA, quizá a veces hasta desconocido por los lugareños de la zona o que apenas se conozca por y para celebrar eventos varios tales como bodas...

El entorno es francamente precioso y privilegiado... se encuentra situado sobre una torre de defensa del siglo XIV donde se encuentran la mayoría de las habitaciones, que fue rehabilitada piedra a piedra y también cuenta con otros espacios, dos restaurantes y una plaza.



Lujo sobrio y servicio clásico”, así es como la web del Hotel define su servicio. Desde luego el listón lo ponen alto y me gusta, tiene pintaza. Me gusta mucho.

Desde aquí me gustaría alzar la voz para reclamar el lugar que se merece en Burgos, para disfrutar de sus instalaciones cualquier día y en cualquier momento del año, porque de veras que a veces los burgaleses no sabemos la suerte que tenemos de poder disfrutar este espacio de lujo tan maravillosamente cerca de la ciudad, pero a la vez fuera de ruidos, un lugar que invita a la paz, la tranquilidad, en un entorno tan divino!



Siempre me quedo con las ganas de quedarme a dormir, ahí lo dejo, pendiente para otra ocasión... de momento recomiendo que salgas de tu zona de confort y te animes a vivir una experiencia gastronómica de esas disfrutonas, porque en un periquete (2 km, 5 minutos en tu coche o si lo prefieres en taxi) vas a poder gozar de un pequeño oasis de paz auténtico, sorprendente por el entorno, donde además podrás instagramizar cada uno de sus lindos rincones, je, je, je!

La entrada no puede ser más ideal, conquista desde el primer instante por su espectacular placita con templete incluido y una terraza la mar de agradable junto a una mini tienda gastronómica instalada a la sombra de los árboles.







Tras la apariencia de lujo sobrio que rodea el lugar con una decoración llena de bonitos detalles, clásica castellana pero con mucho estilo se esconde un enclave de cocina casera con un servicio muy amable, cercano y varios espacios donde poder disfrutar sabrosos platos y ricos caldos.



De hecho existen varios ambientes bien diferenciados, incluso dentro de la zona que no es el restaurante propiamente dicho. Se puede comer a pie de barra, en las mesitas que lo rodean, en el porche o la terraza... está abierto todo el día y en función de las horas de visita se puede desayunar, tomar un tentempié a mediodía, comer, merendar o incluso cenar. 



Vamos que sirve para cualquier apetito, desde el que quiera inflarse a base de cordero asado, hasta el que tan solo quiera tomar un café con un bollo!

En verano hay una terraza monisima, muy agradable y casi todo el año funciona además otra zona acristalada que me chifla porque parece un invernadero o galería y es una monada además de muy acogedora.
La decoración es muy castellana, madera oscura por doquier,  pero me encanta la calidez que destilan los detalles que impregnan cada espacio: los verdes helechos colgantes, la iluminación tenue, grandes sofás y chimeneas...todo como muy románticon!






Aquí puedes comer mas de picoteo en plan “algo rápido” pero de maravilla y disfrutar de sus famosos platos🌟 como son los huevos fritos con morcilla o las croquetas de jamón, sin olvidarse de otro de sus “must” como el riquísimo pepito de ternera, las albóndigas, la tortilla de patata, las bravas y el pan con tomate y paletilla ibérica, de postre no te olvides de probar los canutillos de crema y el arroz con leche.

Mi experiencia esta vez es en el comedor principal con sus sillas en madera y mimbre, sus manteles de tela de rayas, preciosos platos de cerámica... sofisticado, pero nada ostentoso, que apuesta por una elegancia sencilla y atemporal con guiños al pasado y con alma de verdad.



Acomodada en mi mesa y copa de sabroso vino en mano, leo con detenimiento la carta... amplia pero concisa, con productos clásicos y honestos de los de toda la vida, quizá por demás de clásica, pero a sabiendas que pidas lo que pidas te vas a saber de rechupete. Sabores de antaño pero con un producto de primera.



Aunque el comedor es amplio, es un sábado y está lleno a rebosar, pero esto -a dios gracias-  no impide que disfrute de un agradable aperitivo detalle de la casa, ya que el ambiente que inunda la estancia es tranquilo, pausado y amable.



Te cuento como siempre plato por plato que en esta ocasión maridamos con un espectacular tinto Ribera del Duero de la bodega “Pago de Carraovejas”.



El vino divino, espectacular ...pero en este punto si tengo que pegar un tirón de orejas a la, o las personas que se encargan de la gestión a la hora de escoger la cristalería. Pero..ñ ¿como en un hotel-restaurante de esta categoría se pueden tener una copas tan nefastas y funestaspor favor?, que no estamos hablando de tomarnos un vino reguleras... peor fue cuando pedimos por favor que si nos podían cambiar las copas, errorrr... porque nos trajeron otras prácticamente con la misma similitud y con el cristal más grueso aún.🤦🏼‍♀️

En fin, después de este pequeño (“personal”) contratiempo,  pero ya sabéis que le doy mucha importancia al tema de la cristalería cubertería y vajilla...

Vamos al lío, tragaldabas...

Comenzamos con unos entrantes que están muy requetebién: Terrina de foie gras de pato, jamón ibérico cortado a cuchillo  “in situ” (siempre un acierto) perfecto ese golpe de cuchillo Luis, profesionalidad y amabilidad por los cuatro costados!
Y unas riquísimas alcachofas salteadas con jamón, todos ellos para compartir.



Me encantan este tipo de platos tradicionales, sencillos, sabrosos y aquí, en El Landa ponen todo su talento y buen hacer por cocinar de manera natural con ingredientes frescos, respetando al máximo el producto y sin perder un ápice de elegancia. 
Una “cocina chapeau” con una muy buena relación amor/ calidad!

En el fondo soy una fiel amante de los platos de toda la vida, así que para los segundos probé un clásico entre los clásicos y por cambiar del cordero.... un castizo cochinillo asado en horno de leña y yo me pedí una ensalada de bacalao con pimientos y crema de patata, muy pero que muy sabroso y raciones contundentes.

Comida de siempre de la que cuando está bien hecha, te lleva al cielo. Ambos platos con mucho saborazo del bueno, elaborados con pequeños toques contemporáneos y materia prima de calidad, ojo... que no caen en el “pitorreo de modernez”.



Un jolgorio de sabores, donde el protagonista indiscutible es el recetario español.

El bocado dulce y refrescante llega en forma de helado de gin tonic desestructurado, varias bolas de helado de diferentes sabores para conformar un gin tonic a tu manera, un postre moderno, digestivo y original para brindar y poner el broche final a una comida que me supo a gloria bendita!



Regálate una pausa, o sino el cielo...y sonríe al disfrutar de este lugar elegante, especial pero nada pretencioso, un lugar mágico! Parada obligatoria para todo el que pasé por Burgos.

Un lugar que me ha dejado “in love” y por el que ya estoy suspirando por volver a comer sus huevos fritos!




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